miércoles, 7 de agosto de 2013

El Dr. Muerte

Era una mañana fría, tal vez la mañana más fría de toda la primavera; la  hora actual: Demasiado temprano, que ni siquiera los repartidores de periódico han salido a su labor diaria.
En las calles de la ciudad se podía vislumbrar el rocío en el pasto de los camellones aunque sinceramente era confundido porque la noche anterior había llovido en el centro y suroeste de la ciudad, por lo cual también provocaba ese decremento de la temperatura.
Por aquella esquina pintoresca de la calle del periódico cerca de la panadería y del banco local, cercano al mercadito de artesanías unido a la escuela secundaria federal, se puede observar a 2 trabajadores de intendencia comentando que la final del partido de futbol nacional había sido emocionante; uno de ellos fanático del equipo amarillo presumiendo a su equipo como si fuera dueño del mismo, alegando la maestranza de sus jugadores ante el equipo azul.
Mientras el otro que escuchaba distraído observaba con detenimiento una pared pintada con arte urbano que tenía la leyenda ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?, esto lo hizo tragar algo de saliva pero esa es otra historia…
A dos cuadras de ahí cerca del templo de las solteronas y del museo estatal, a un lado de la privada y la escuela primaria, aparece una caminando una figura puntual y con puntual nos referimos a que el hábito diario es la misma escena de su vida a esa hora, en ese minuto y en esas calles; un hombre de edad madura cual su corpulencia denota que la edad le ha ganado para no tener figura de atleta,  pero que tiene un régimen alimenticio propio de conservarse para el resto del fin del mundo que le provoca verse entero y con una salud cabal, su pelo castaño claro con tendencia a blanco absoluto y un rostro duro por la experiencia, firme por la convicción y lleno de marcas por el paso de los años es el Dr. Muerte, al caminar se le puede denotar seguridad en sus pasos firmes y amplios pero templanza en sus movimientos porque lo hace lentamente para poder observar y analizar el entorno, pero digerir que está pensando en ese instante.
Su trayecto no más de 700 metros, aproximadamente 7 cuadras lo conduce a un edificio de estilo barroco de un solo piso y con ventanales del cual lleva cortinas que se puede observar que jamás han limpiado ni por equivocación a pesar de la apariencia del mismo.
Al entrar en ese edificio observa detenidamente que una de las ventanas estuvo abierta toda la noche y se puede prestar atención que una de las cortinas gotea con una sincronía particular, camina por la sala principal que lo conduce a un pasillo más estrecho y al pasar por una de las oficinas el Dr. Muerte saluda desdeñosamente a una mujer, se puede observar que es la señora del aseo  que ha empezado a reunir el material necesario que le servirá en su jornada de limpieza, algunas cubetas, uno que otro producto aromatizante, esponjas, jabón y aceite para madera; aquella particular señora de la cual todos la llamaban Doña Basuras, ríe silenciosamente unos segundos después que el Dr. Muerte ha pasado, pero esa es otra historia….
Al llegar a la habitación de su destino el Dr. Muerte abre la puerta como sabiendo el análisis a especular en ese día. La habitación oscura deja observar algunos puntos claros al abrir la puerta, en ese instante, acciona con su mano derecha el interruptor de la luz posicionado en una de las paredes, el cual opera 3 hileras de 3 lámparas Industriales cada una que encienden lentamente y con un fuerte golpe por la fuerza de la luz a apuntalar el lugar, el cual deja al claro una morgue de 18 gavetas, de acero inoxidable por el contenido de las mismas.
En aquella habitación se siente más frio que aquella mañana fría, tal vez la mañana más fría de toda la primavera, todo herméticamente controlado por un sistema electrónico de última tecnología requerido para el lugar.
En una esquina un escritorio del mismo acero con el que están fabricadas las gavetas y encima de él, una serie de folders con la descripción del primer análisis a estudiar. El Dr. Muerte deja su portafolio de cuero negro encima del escritorio, y lentamente observa cada uno de los expedientes analizándolos detenidamente hoja por hoja, y al tratar de hacer un análisis rápido voltea la mirada hacia una de las gavetas que está entreabierta, el cual le despierta la curiosidad y se acerca de tal forma con ese raro sentimiento de emoción y develo que cualquier humano siente al encontrar algo nuevo en lo conocido.


Al momento de abrir la gaveta observa una persona que solamente tiene descubierto los pies y en el pie derecho en el pulgar una etiqueta con algunos datos del occiso, intrigantemente lee los datos y descubre la parte superior y descubre el cuerpo de una niña incorruptible, con una facción que pareciera estar solamente dormida y con un sueño tranquilo como aquel niño que todo el día ha estado jugando y duerme con la esperanza de seguir jugando al día siguiente, en el instante que el Dr. Muerte se acerca para ver detenidamente las facciones del rostro, por la nariz sale una mosca de aquellas que le llaman panteoneras, la cual vuela en espiral al salir del cuerpo y se pierde en la habitación la cual su trayectoria, es otra historia.      



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