Era
una mañana fría, tal vez la mañana más fría de toda la primavera; la hora actual: Demasiado temprano, que ni
siquiera los repartidores de periódico han salido a su labor diaria.
En
las calles de la ciudad se podía vislumbrar el rocío en el pasto de los
camellones aunque sinceramente era confundido porque la noche anterior había
llovido en el centro y suroeste de la ciudad, por lo cual también provocaba ese
decremento de la temperatura.
Por
aquella esquina pintoresca de la calle del periódico cerca de la panadería y
del banco local, cercano al mercadito de artesanías unido a la escuela
secundaria federal, se puede observar a 2 trabajadores de intendencia
comentando que la final del partido de futbol nacional había sido emocionante;
uno de ellos fanático del equipo amarillo presumiendo a su equipo como si fuera
dueño del mismo, alegando la maestranza de sus jugadores ante el equipo azul.
Mientras
el otro que escuchaba distraído observaba con detenimiento una pared pintada
con arte urbano que tenía la leyenda ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo
por primera vez?, esto lo hizo tragar algo de saliva pero esa es otra historia…
A
dos cuadras de ahí cerca del templo de las solteronas y del museo estatal, a un
lado de la privada y la escuela primaria, aparece una caminando una figura
puntual y con puntual nos referimos a que el hábito diario es la misma escena
de su vida a esa hora, en ese minuto y en esas calles; un hombre de edad madura
cual su corpulencia denota que la edad le ha ganado para no tener figura de
atleta, pero que tiene un régimen
alimenticio propio de conservarse para el resto del fin del mundo que le
provoca verse entero y con una salud cabal, su pelo castaño claro con tendencia
a blanco absoluto y un rostro duro por la experiencia, firme por la convicción
y lleno de marcas por el paso de los años es el Dr. Muerte, al caminar se le
puede denotar seguridad en sus pasos firmes y amplios pero templanza en sus
movimientos porque lo hace lentamente para poder observar y analizar el
entorno, pero digerir que está pensando en ese instante.
Su
trayecto no más de 700 metros, aproximadamente 7 cuadras lo conduce a un
edificio de estilo barroco de un solo piso y con ventanales del cual lleva
cortinas que se puede observar que jamás han limpiado ni por equivocación a
pesar de la apariencia del mismo.
Al
entrar en ese edificio observa detenidamente que una de las ventanas estuvo
abierta toda la noche y se puede prestar atención que una de las cortinas gotea
con una sincronía particular, camina por la sala principal que lo conduce a un
pasillo más estrecho y al pasar por una de las oficinas el Dr. Muerte saluda
desdeñosamente a una mujer, se puede observar que es la señora del aseo que ha empezado a reunir el material necesario
que le servirá en su jornada de limpieza, algunas cubetas, uno que otro
producto aromatizante, esponjas, jabón y aceite para madera; aquella particular
señora de la cual todos la llamaban Doña Basuras, ríe silenciosamente unos
segundos después que el Dr. Muerte ha pasado, pero esa es otra historia….
Al
llegar a la habitación de su destino el Dr. Muerte abre la puerta como sabiendo
el análisis a especular en ese día. La habitación oscura deja observar algunos
puntos claros al abrir la puerta, en ese instante, acciona con su mano derecha
el interruptor de la luz posicionado en una de las paredes, el cual opera 3
hileras de 3 lámparas Industriales cada una que encienden lentamente y con un
fuerte golpe por la fuerza de la luz a apuntalar el lugar, el cual deja al
claro una morgue de 18 gavetas, de acero inoxidable por el contenido de las
mismas.
En
aquella habitación se siente más frio que aquella mañana fría, tal vez la
mañana más fría de toda la primavera, todo herméticamente controlado por un
sistema electrónico de última tecnología requerido para el lugar.
En
una esquina un escritorio del mismo acero con el que están fabricadas las
gavetas y encima de él, una serie de folders con la descripción del primer
análisis a estudiar. El Dr. Muerte deja su portafolio de cuero negro encima del
escritorio, y lentamente observa cada uno de los expedientes analizándolos
detenidamente hoja por hoja, y al tratar de hacer un análisis rápido voltea la
mirada hacia una de las gavetas que está entreabierta, el cual le despierta la
curiosidad y se acerca de tal forma con ese raro sentimiento de emoción y
develo que cualquier humano siente al encontrar algo nuevo en lo conocido.
Al
momento de abrir la gaveta observa una persona que solamente tiene descubierto
los pies y en el pie derecho en el pulgar una etiqueta con algunos datos del
occiso, intrigantemente lee los datos y descubre la parte superior y descubre
el cuerpo de una niña incorruptible, con una facción que pareciera estar
solamente dormida y con un sueño tranquilo como aquel niño que todo el día ha
estado jugando y duerme con la esperanza de seguir jugando al día siguiente, en
el instante que el Dr. Muerte se acerca para ver detenidamente las facciones
del rostro, por la nariz sale una mosca de aquellas que le llaman panteoneras,
la cual vuela en espiral al salir del cuerpo y se pierde en la habitación la
cual su trayectoria, es otra historia.
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