martes, 3 de septiembre de 2013

La Orquesta del Vendedor de Dulces


El domingo 1 de Septiembre de aquel año, José se encontraba en la plaza principal de aquella hermosa ciudad, vendiendo dulces de leche que el mismo fabricaba para ganarse la vida. Recuerdo que José estaba muy emocionado porque como era quincena le iba a caer un muy buen billete y con ese dinero le ayudaría para comprar ese carro de venta de tacos que siempre había soñado.

Caminando cerca de la catedral con su pequeña canasta de dulces, José se da cuenta que por el teatro viejo, ese donde dicen que llegaron unos revolucionarios a hacer historia hace mucho, mucho tiempo; a platicar sobre el futuro del país y que ahora lo utilizan para funciones de cultura y arte. Ve que se junta mucha gente en la entrada del teatro, unos con traje, otros de vestir, y por la curiosidad que le despierta se va acercando intentando vender dulces, pero también para saber de qué se trata.

-Hoy se presenta la violinista Erika Dobosiewicz, originaría de Varsovía, graduada con mención honorifica del conservatorio de música Federico Chopin en Varsovia, posgraduada del Conservatorio Real de Música en Gante, Bélgica como solista-,alcanza escuchar José mientras trata de pasar y vender sus famosas Cocadas y Jamoncillos.

- ¡Claro!, hoy presentará el concierto para violín en Re mayor, Op.35 deTchaikovski, interpretara: primero un Allegro moderato, enseguida una Canzonetta: Andante, y por último un Allegro vivacissimo.- Comentaban unos músicos de la Camerata Ponce que se encontraban en el lugar, mientras José les vendía unos Ates de membrillo y unos Higos con su gotita de miel.

Más tarde que temprano a José le despierta la curiosidad preguntándose a sí mismo en silencio,-¿Qué es eso de Alegratos, vivancicos y canzones que hablan que yo no entiendo nada?, lo único que entendí fue que alguien iba a dar un concierto de violín.

Y corre con su canasta hacia la entrada lateral del Teatro, queriendo que le dejaran entrar a vender dulces y así también disfrutar el espectáculo, pero el guardia de seguridad que era algo así como un gorila de circo, le dijo que no se permitía la entrada a gente que no vistiera de traje o mínimo que no portara zapatos y no esos horribles huaraches que traía.

José como no era problemático decide retirarse de con el guardia de seguridad, pero no del lugar, ya que su curiosidad era más grande que su debilidad, por lo cual observa a su alrededor y ve un músico que lleva varios instrumentos cargados sobre de él a punto de caérseles, por lo cual José le ofrece ayudarle a transportarlos y auxilia a llevarlos hasta atrás de bambalinas del teatro de lo cual el músico acepta con agrado, matando dos pájaros de un tiro, el entrar al concierto y auxiliar al músico.

Dentro del recinto José Intenta abrirse paso hacia los diferentes niveles del teatro, intentando esconderse de los guardias de seguridad, y encuentra el lugar perfecto para no ser observado cerca del palco derecho del tercer nivel, un lugar donde estaba destinado solo para la iluminación del lugar.

El telón se abre, la iluminación se apaga en todo el lugar, y una luz ilumina el centro del escenario, dejando observar a una orquesta de 70 músicos y a la violinista de la que todo el mundo hablaba. En pocos segundos se empieza a escuchar los violines, violas y Chelos, una música celestial que José nunca había escuchado en su vida, transportándolo a una sensación de paz y tranquilidad que lo alejaba de cualquier otro lugar.

Cerrando los ojos, se encontró degustando musicalmente las emociones del ser humano, la tristeza y la alegría, el coraje y el perdón, la emoción y la esperanza, todo aquello en las notas musicales que alcanzaba a percibir y aunque no entendía de pizzicatos o trémolos, le producían una sensación inigualable.

Dentro de su trance apreciaba el silencio y el estruendo de los instrumentos, así como la sola presencia del violín o de toda la orquesta. Visualmente se imaginaba lugares hermosos que nunca había visto, con mucha luz, con bellos paisajes que lo hacían feliz.


El concierto duro alrededor de 1 hora, pero para él parecieron segundos; al terminar el recital, José corrió para saludar a la violinista que la consideraba su nueva musa musical, internándose entre empujones y mar de gente que intentaba hacer lo mismo. En el instante que se encontraba a 2 metros de ella, José le grita ¡ángel que lindo tocaste!, la violinista lo alcanza a ver y extiende su mano a lo cual José se queda boquiabierto y le corresponde el gesto de saludo tocando la suya, él sentía que tocaba a un ser de Dios, José le intenta decir que su música es lo más bonito que ha escuchado en su vida, la violinista le corresponde con una sonrisa y le contesta –maestro, fue un honor haber tocado para usted, espero volver a tocar en algún otro instante de la vida-.