Si me preguntan si las flores duran para siempre, podría
contestarles que no sé, pero en cambio puedo contarles la historia de Don
Chema, un humilde balconero de la Pirules, que con la incursión de productos
chinos y de bajo costo a la ciudad tenía cada vez menos trabajo, hasta el punto
que tuvo que cerrar su changarro, curiosamente el oficio lo había aprendido
desde la secundaria hace ya mucho tiempo, en aquella secundaría N°1 federal "Benito Juárez"
y por más de treinta años se había dedicado a esa noble labor de embellecer las
cocheras, ventanas y fachadas de casas; al encontrarse sin chamba y con el poco
material que le quedaba empezó a fabricar artesanías…. ya saben desde el típico
florero, cenicero y porta llaves, hasta las figuras con tornillos del Quijote
de la mancha, el cual las hacía con una dedicación y entrega especial, contaba con
todos los tamaños y formas posibles de flores. Diariamente en las mañanas, el
agarraba su bicicleta de esas que dicen que son lecheras, pero eso sí, bien
forradita con cinta de color verde, blanco y rojo y recorría las calles de la
ciudad, específicamente del centro, ofreciendo sus artesanías, pero
curiosamente las que más se vendían eran las flores de metal....Tulipanes !!!,
Gardenias !!!, Rosas !!! Margaritas !!!, Tulipanes !!!, Gardenias !!!, Rosas
!!! Margaritas !!!, era su grito por toda la ciudad.
Mucha gente al escucharlo volteaba a verlo para
ver que ofrecía, lo curioso es que esperaban ver las flores al natural, pero
encontraban las flores en forma de metal, pero con un parecido tal, que hasta
el más botánico de los botánicos de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, podría
confundirlos a primera vista.
Una de
esas ocasiones envuelto en el vaivén de su voz, me acerqué y le pregunte que
flores vendía, dándome la lista de las que traía, pero ninguna me llamó la
atención, a lo que le respondí, lo siento ando buscando una flor que se llama
"pensamiento"; a esto el me respondió - Es una flor muy poco común
que me soliciten, pero si me da diez minutos se la fabrico joven -. Para esto
le respondí que lo vería en el mismo lugar en el tiempo acordado y empecé a
caminar por la plaza principal y fisgonamente me senté cerca de él busto de
Manuel M. Ponce, digo fisgonamente porque al sentarme, cerca se encontraba la
banda municipal y empezó a tocar... estrellita.
Al
deleitarme la canción y otras dos más con una interpretación perfecta, regresé
al lugar para ver la creación del artista; él se encontraba ya en el lugar
esperándome y al verme me dijo con una sencillez - Joven le agradará su flor-,
al verla me recordó el material con lo que eran fabricados los juguetes con los
que yo me divertía horas de niño, pero con un toque natural que nunca había
visto.
Por no dejar pasar y como
costumbre del que consigue una flor en sus manos la olí, a sabiendas que la
flor de metal no contendría olor alguno o quizá el de la pintura y el metal. Para
mi sorpresa, contenía un olor peculiar que me remontaba al aroma de la sopa de
fideo que mi madre me servía de niño, esa sazón que solo una madre tiene para
cada hijo.
Impactado en el acto me quede sin
habla escasos segundos, a lo que Don Chema me pregunto - Le gusto -, y yo con
una sonrisa inocultable le respondí que si, le pagué lo acordado y crucé el centro con mi recuerdo entre manos.
Curiosamente
al caminar por la calle Carranza encontré a varias personas con diferentes
flores de metal que olían sin cesar y algunos comentarios que escuchaba, hacían
referencia a lugares, épocas, sabores, algunos colores y recuerdos. A lo que
concluí que el ciclista de las flores de metal, no solamente te vendía una
artesanía sino un fragmento del alma de una sonrisa de un recuerdo.
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